Cinco tipos de fungicidas según su modo de acción que deberías identificar por la etiqueta

El campo de los fungicidas es tan amplio como el de los miles de hongos susceptibles de atacar cualquier especie vegetal, incluida la marihuana. Posiblemente te sonarán términos como “sistémicos”, “de contacto”, “translaminares” por aparecer en los envases. Pero, ¿qué significan estas palabras? Te damos las claves para identificar los poderes de estos productos.

Los productos fungicidas se han utilizado en la agricultura desde muy antiguo. Se cita por ejemplo el uso del azufre por los griegos y romanos, elemento que, sin embargo, sigue siendo aún hoy muy útil en muchos programas de control de enfermedades fúngicas.

Pero el punto de partida de la quimioterapia aplicada a patógenos de plantas se sitúa a principios del siglo XIX, cuando se empezaron a utilizar algunos compuestos inorgánicos importantes como el cobre, el mercurio, el antimonio y el arsénico, momento en que se desarrolló la lucha fungicida tal y cómo la conocemos hoy en día.

Junto con el cobre, la mezcla sulfocálcica (azufre+cal) ha sido un fungicida muy utilizado desde las primeras décadas del siglo XIX. A partir de 1880, el caldo bordelés, un potente fungicida resultante de combinar sulfato cúprico, cal hidratada y agua, se extendió como herramienta eficaz en el sur de Francia para el control del mildiu, enfermedad que amenazaba seriamente los viñedos franceses. Hasta este momento se fueron utilizando fungicidas de naturaleza inorgánica.

El inicio de la revolución química en la agricultura empezó con la introducción de los primeros fungicidas orgánicos, compuestos en los que el carbono juega un papel crucial en su composición, siendo la mayoría de veces el principal elemento. Desde entonces la industria fue desarrollando fungicidas con mayores eficacias en el control de las enfermedades de los cultivos.

El advenimiento de los fungicidas sistémicos, que manifestaban una acción erradicante después del inicio de la infección, supuso una nueva revolución en la actividad fungicida que se mantiene hoy en día. Pero no son los únicos. Te explicamos en qué se diferencian los más comunes que puedes encontrar en una tienda de cultivo:

Los fungicidas protectores

También llamados de contacto, se denominan de este modo porque son activos sobre la superficie de las plantas, donde forman una barrera química entre la planta y el hongo, normalmente la espora, previniendo su germinación. Por tanto se aplican antes de que lleguen las esporas y deben usarse antes de producirse la infección, con nuevas aplicaciones si permanecen favorables las condiciones para el desarrollo de la enfermedad. Las lluvias pueden producir un lavado de la cobertura fungicida aplicada y en consecuencia una nueva desprotección del cultivo.

Los fungicidas penetrantes

También conocidos como específicos, se absorben hacia el interior de las plantas después de la aplicación y actúan tanto como protectores, desde su punto inicial de contacto, como erradicantes, debido a su acción de penetración en la planta. Estos fungicidas se suelen considerar fungicidas sistémicos, sin embargo existen diferentes grados de sistemia o de movimiento fungicida en el interior de la planta: translaminar, de movimiento por el xilema y verdaderamente sistémicos

Los fungicidas translaminares

Se mueven de una parte (la superior) a otra (la inferior) de las hojas. En estos, será muy importante una buena cobertura de aplicación fitosanitaria sobre el cultivo para ser altamente eficaces. Estos fungicidas tienen un riesgo mayor a ser lavados por la lluvia, como los fungicidas protectores, pero poseen la cualidad de prevenir la germinación de las esporas y el crecimiento del hongo a la vez. Se puede deducir de lo anterior que su actividad curativa es limitada normalmente entre las 24 y 72 horas después de la infección y que no son efectivos una vez los síntomas son visibles.

Los fungicidas de movimiento por el xilema

Estos fungicidas, una vez han penetrado en la planta, se desplazan por los canales ascendentes del xilema (el tejido vegetal formado por células lignificadas que conducen la savia y sostienen la planta) hacia las hojas. Este movimiento significa que tiene un desarrollo desde la base hacia el ápice.

Los fungicidas sistémicos

También conocidos como erradicadores, se aplican para el tratamiento de la planta ya enferma por hongos. Es una respuesta de defensa rápida y coordinada contra los patógenos a medida que la señal viaja a través de la planta. Se mueven hacia ambos sentidos de la circulación de la savia, ascendente por el xilema y descendente por los canales del floema (el tejido vegetal conductor encargado del transporte de nutrientes). Estos fungicidas son los denominados verdaderamente sistémicos y son uno de los tipos más utilizados en el cultivo de marihuana, ya que son absorbidos a través del follaje o de las raíces y se movilizan por toda la planta cuando se ha detectado la infección.

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